lunes, 7 de octubre de 2013

Apoyo e inflexión

Todo lo que podríamos decirnos y, sin embargo, aquí estamos, en silencio, dando tumbos hacia Dios sabe donde. Porque, ¿a caso sabes tú a dónde va a llevarnos este zig-zag rocoso? Está todo tan nublado, ¿verdad? Unos cuantos despuntes soleados, pero todo tan borroso. Ni el mejor de los gorros, ni tan siquiera el bombeo de un corazón desbocado puede disipar algo como eso. Últimamente todo se despide a lo grande, ¿no es así? Quedas en el estante de los juguetes sin usar, en el desván, en el sótano de los trastos, en la parte trasera de aquellos discos viejos que ya no suenan en ningún lugar. Soy ese que tiene más polvo que portada. Pero el mundo continuará girando por más motas que hayan en nuestras carcasas, y seguirá haciendo de las suyas. Se sabe que de apellido a la vida le llamaron "borde", entre otros apelativos no tan cariñosos...
Sus vidas andan, incluso esprintan, se forman a una velocidad vertiginosa. Se encuentran, se aman, se olvidan del resto. Sufren, lloran, se vuelven a amar. Cuestiones y cosas de locos, que tan solo entenderán ellos, a su forma, a su modo, en su ser. Se sueltan de tu mano, aceleran sus pasos y tan solo miran de reojo cuando tratas de alcanzarlos. Con dos escuetas carantoñas te dan por satisfecho, y siguen hacia su vertiente. Es ahí cuando, querido, te das cuenta de que no queda nada del ayer. Nada que rascar, ni una frase final de cuento para acabar la última página. Continuará el frío para que venga el calor.
Mientras, busca a alguien que haga las veces de bufanda, de bufón, de punto de apoyo, de inflexión también, de atrapasueños, de experto en hacerte saltar cuando el agua esté más fría que nunca y reirse de ello, contigo, después. Busca lo que sé que estás buscando, lo que yo también quiero encontrar. Pero, hasta que la niebla se disipe, hasta que las nubes marchen, hasta que se vea el destino del camino en zig-zag, esperaremos ambos sentados, mirándonos, en silencio. Te esperaré sentada y en silencio, dando tumbos a tu lado, gritándote con los ojos lo que la mecánica de mi corazón no se atreve a pronunciar.

martes, 6 de agosto de 2013

BALAS

Dame una bala, 
una sola, 
e inscribiré, grabaré y perforaré 
tu nombre en ella. 
Cuatro letras. 
O cinco. 
O una vida entera, 
pero no nueva. 

Mira su verde infinito. 
Agujeréalo. 
Tómalo en tu mano. 
Valora su peso. 
Lámelo. Témelo. 
Mordisquea su córnea. 
Clávale la bala. 
Descarga el peso de tu alma, 
de tu existencia, en ese boquete. 
Sudará tu frente, 
la boca quedará entreabierta, 
con tus casquetes amarillentos 
a los que das el nombre de dentadura. 
Se mostrarán con un temblor anomálico. 

Llámalo por su nombre y exprésalo como alma que lleva el mismísimo Diablo.
Ten el valor de pronunciar tu insatisfacción, 
de dejar fluir tu instinto de psicópata 
reprimido por la avaricia de esta sociedad metódica y redimida. 

Rechinan sus llaves ante el suelo mojado, 
¿o las cadenas tal vez? 
Aquellas que hacen del pasado algo interminable 
e imborrable.
Pásame a la pequeña gatillo que hay en la mesa, 
a ver quién resiste más,
el pasado o un servidor...

sábado, 25 de mayo de 2013

You don't care about how I feel, I won't feel it anymore...

Canción de mi día. Y de los venideros.




(!)

Aún recuerdo lo primero que pensé al abrazarme, aún temblorosa, a ti aquella noche, rodeados de gente perdida en su somnolencia. Protegidos por la oscuridad de las luces apagadas de aquella habitación y de esa manta que escondía nuestras manos entrelazadas. Con la cabeza sobre tu pecho y tu mano sujetándome con fuerza, aún tratando de relajarme tras otro de esos malos sueños que me estaban visitando más de lo habitual, comencé a respirar. A respirar, pegándome más, notando tu calor y bebiendo de él sin llegar a tener nunca suficiente. La presión de tu frente junto a la mía; nuestras sonrisas furtivas, secretas y silenciosas, percatándose del juego en el que estábamos entrando. Pero, ¿sabes realmente que fue lo primero que hizo estallar mi corazón y limpió el llanto de él? Tu olor. Esa mezcla de colonia de hombre, tabaco y tú. Un aroma, cuanto menos, curioso, aletargador, tranquilizador para mi vello aún erizado tras esa explosión de emociones y rabia. Si te acercaras a mí sin que yo pudiera verte, sé que podría apostar mi vida a que serías tú, y no perderla. ¿Por qué? Porque me he guardado ese rasgo de ti. Y no pienso soltarlo nunca. No reconoceré nunca que, en aquella noche que cambió nuestras vidas, en mayor o menor medida, fue tu olor el que me hizo sentir de nuevo como en casa. Solo lo diré cuando vuelvas a robarme un beso en cualquier tarde venidera que pueda comenzar como una más. Solo te lo confesaré bajito y al oído, cuando vuelvas a acoger mis labios entre los tuyos, mostrándote como solo te vi aquella vez: frágil, asustado, tierno... Vergonzoso si cabe. Quiero tener que cumplir estas palabras. Quiero tener que bajar la mirada y aceptar frente a tu presencia imponente pero agradable desde la primera vez que te vi, que fuiste tú el que me salvó aquella noche. Que fuiste tú el que, al acunarme entre tus brazos, se convirtió en parte imprescindible de mi día a día. Que desde ese momento, a pesar de la espera a la que me pediste que me sometiera, una palabra tuya llenaba el día de la luz que podía faltarme. Fuera una broma banal, fuera algo más profundo. Te diría que, a pesar de los momentos de debilidad y los imposibles de que lo que ansiaba sucediera, todo había merecido la pena. Quiero poder confesarte, esta vez mirándote con los ojos más sinceros y vidriosos que jamás se hayan visto, que, desde aquella noche, tu suave olor a tabaco ha dormido conmigo.
Eres un chico de vida e ideas imprevisibles. Tu misterio te envuelve, y es difícil establecer una esperanza incondicional. No sé si cambiarás de opinión. No sé si serás capaz de, en algún momento, descubrir lo que te diré con mi mirada una y otra vez en cada ocasión en  la que nos encontremos: róbame ese beso y permíteme sonrojarme mientras te digo que me estoy enamorando de ti.

domingo, 14 de octubre de 2012

Diálogo

*Lugar del encuentro situado a gusto del lector. Dos personas. Un hombre de calle y carreteras recorrida, y un muchacho inexperto en la vida*

- ¡Y yo que sé! Algo que quiera hacer en la vida... ¿Escribir un libro?

- Wow, que original. ¿De verdad esa es tu mayor aspiración? ¡Todo el maldito mundo quiere escribir un libro! Y luego, ¿para qué? Para recibir críticas de gente que va directamente a tu cuello sin piedad alguna y "ganar" algunas estatuillas que solo harán que coger polvo en el salón de tu hogar.

- Mira que eres extremista...

- No. Solo soy un ser humano de pensamiento fuerte y tenaz. ¿Quieres un consejo? Déjate de esa gilipollez de escribir un libro. Todo lo que quieras que vivan los personajes, llévalo a cabo en tu vida. Hazlo. Tal vez no te recordarán por ello ni tendrás una calle con tu nombre, pero sí que habrás sido de esas personas que viven todo lo que se les presenta. De esas que mueren con una sonrisa en los labios. Como yo. Yo moriré así. He vivido todo lo que quería y aún me queda mucho. Y no me canso. Yo soy alguien que vive, no que deja pasar el tiempo, esperando un mañana incierto, que no sabes si aparecerá. Olvida todos mis consejos de otros días, muchacho, y quédate solo con este: vive.

martes, 2 de octubre de 2012

"Pájaros de cartón y urracas de cristal"


Ese espectro que camina
se tambalea hacia la eternidad
mientras mi mentalidad
continúa en sus heridas.
Gritando, añorando,
queriendo al vacío que habrá ahí de por vida.
Hablando sin decir una palabra
que cambie las vías.

¿A qué sabrá la lluvia
en este día tan extraño
donde ya no es mi lengua
la que entona versos amargos?

¿Cómo agarrar al uraño tiempo
de la manga de sus harapos
para hacerle ver que ha de parar
porque ya nada es igual?

Mi tren desespera.
Ya no piensa recoger
a ninguno de los trozos desconocidos
que palpitan en la estación,
esperando bajo el viento
de este marchito temporal
que desintegra su veneno
y apaga su conciencia.

Los síntomas que presento
no se curan a la antigua.
El remedio de la prisa,
la cura de las mentes vacías
se precipita en mi vaso
de absurdas teorías.
Un borde más
que pone límites a mi vida.

¿A qué huele la Luna
en este vertedero de miedos,
dicharacheros cantos negros
que, al unísono, ahuyentan mi firmeza?

Pájaros e cartón y urracas de cristal.
Los ojos les brillan.
Se me reflejan los colores
y todo pierde el sentido,
cual canción triste que,
como balada que es,
nunca se contenta cuando halla el momento feliz
que insistía en encontrar desde su privada melancolía.

Una rosa más que muere,
una belleza menos
en este plano en blanco y negro
necesitado de luces de luciérnagas.
Lleno, en cambio, de oscuridades internas
que con linternas imitan
la natura luminosa
de la que pecan.

Busca en las palabras
de un sabio del siglo XXI
al que le hayan enseñado a repetir
No te hundas, porque el contador corre en tu contra”
y obsérvalo mientras llora,
ausente su mente de dichas palabras,
agonizando penas que esconde y calla
cuando nadie puede verle.

Una tras otra,
palabras que se atropellan
a las puertas de esta pluma,
ponen orden a mis ideas.
Calman los delirios durante la tarde,
dan respuestas y me brindan
el olor de la Luna
y el sabor de la lluvia.


domingo, 30 de septiembre de 2012

Delirio de una niña caprichosa


Te voy a seguir a través de toda la ciudad, aunque los pies nos ardan a ambos y luego, al llegar a casa y ponerlos en agua, hagamos que se evapore. Sí, ¡hagámoslo! Quiero perderme una vez más entre callejuelas más o menos siniestras con tiendecillas de todos los colores y estilos. Quiero encontrar ese local en el que al cabo de un tiempo, cuando vaya, me diga el viejo barman “¿Lo de siempre?”. Quiero vivir una verdadera novela, sabes a lo que me refiero, ¿vedad? Sí, ya sé que piensas que estoy loca y que soy demasiado tonta al pensar ese tipo de cosas. Pero no sé de qué te sorprendes, ya me conoces: se me da bien soñar la vida.

¿Sabes qué es lo que también quiero? ¿Qué se me ha antojado como niña caprichosa que soy? Vamos a reinventarnos. Finjamos que somos desconocidos, que aún no nos hemos cruzado en nuestras vidas. Andemos por una calle cuyo nombre desconozcamos y que rebose gente; entonces, y solo entonces, choquemos entre ellos, crucemos las miradas, sonriamos tímidos ante lo desconocidamente conocido. Yo me llamaré de otra manera; tú te harás proclamar de forma diferente, al igual que yo. No seremos las mismas personas aunque tengamos la misma apariencia. El interior y el exterior los mismos, pero una historia reescrita. Dictaremos con ello nuestras propias aventuras. Tal vez vayamos de un lugar a otro, seamos nómadas y caminemos entre miradas que observen con interrogantes. Inventemos un pasado, en el que haya todo lo que se nos ocurra, para que así cuando nos pregunten: “¿y esa cicatriz? ¿Y cómo habéis llegado a parar aquí? ¿Cómo os conocisteis?” podamos contar las mil y una noches, como que nos conocimos cuando me salvaste de aquel numeroso grupo de gangsters que iba a mi acecho, al estilo de un verdadero superhéroe de Marvel, llevándome en volandas hasta el lugar en el que te despedirías mirándome a los ojos y prometiéndote no volverme a ver para no poner en peligro tu identidad, pero volviendo a caer al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente... hasta que un día te quitara la máscara y me besaras bajo la lluvia, con tu ridículo disfraz que no cambiaría ni por el más elegante de los trajes. Lo relataríamos de un forma tan convincente, tan veraz, tan exhaustiva, que los demás no tendrían más remedio que creernos. Nuestro verdadero camino sería un secreto entre tú y yo, algo íntimo que nos haría esconder una tímida sonrisa cada vez que estuviéramos abrazados y recordásemos nuestra senda, nuestra linda verdad. A cada persona, una historia nueva. Nuestra suerte real será algo pequeño que mimemos con sumo cuidado, a lo que sonreiremos interiormente y entre ambos cada vez que se disfrace delante de cualquier chiflado. Huyamos por todo el mundo para gritar al viento todo lo que no llegamos a hacer, pero que en un futuro realmente nada lejano haremos, de la mano, compañero de lágrimas y risas. No me parece una mala idea, mientras estés a mi lado y podamos fusionar nuestra inventiva, y escapemos de todo aquello que se interponga. Venga, pon esa música que tanto nos gusta y bailemos hasta el amanecer. Mañana podemos ir al encuentro de ese local en el que nos pondrán lo de siempre. O tal vez no nos de tiempo. Podemos escaparnos mañana. Dame la mano. Rompamos nuestras voces entonando esa letra. Hagamos que esta canción quede impregnada con este recuerdo.